septiembre 15, 2010

El parque

Nadie imaginaría que el dulce aroma de labios que nunca se han tocado, provocaría un efecto embriagante en dos perfectos extraños. Nadie imaginaría, de igual manera, que fuesen dos perfectos extraños.

El ambiente se sentía húmedo. Hacía un poco de frío y el verde alrededor daba una sensación de frescura y de comodidad.

Ella, sintiéndose niña. Él, sintiéndose hombre.

Caminaron. Ambos sabían porqué habían llegado ahí, porqué habían decidido cambiar de lugar. Hablaban sobre nimiedades sólo para bajar un poco la ansiedad, sólo para escucharse, sólo para jugar.

El coqueteo estaba en el aire. Ella sonreía, él la miraba.

El tiempo transcurría, se deslizaba, extraño, por sus poros.

Se caminaban. Se caminaban por un mundo que estaban construyendo ahí, en ese simple parque, con simples árboles, con simples bancas. Se caminaban por un deseo, por un país; se caminaban por sueños latentes, por paraísos vigentes. Se caminaban por pieles que se necesitaban, por caminos que los juntaban.

De pronto, se detuvieron. Hubo un silencio. Ninguno de los dos se percató del momento en el que sus labios se juntaron, sus cuerpos se fusionaron y en el que se hicieron uno por un instante.

Lentamente se separaron, y se miraron, tal como lo hacen los viejos enamorados, tal como lo hacen aquellos que se conocen desde siempre, de otras vidas, de otros reinos. Se miraron con tanto deseo, se miraron con tanta intriga y tanta pasión que ahí, en el parque, se convirtieron en uno por una eternidad.

septiembre 05, 2010

Por lo que más quieras...

No te enamores de mí.
No dejes que tus ansias se conviertan en pasión.
No dejes que tus labios, ávidos de mí, se impregnen en mi piel.
No escribas palabras de amor en este lienzo blanco,
no murmures conjuros con tus manos, ni me hagas tuya,
como sombra,
perteneciente a ti.

No me ames, no me adores, no me pienses, no me halagues.
No me inhales cuando sabes que me voy de ti.
No me esperes en la noches,
No me esperes con el viento.
No me esperes con el último suspiro de tu aliento.

No me veas en la Luna, en tu cama ni en el Sol.
No te quites el frío con mi aroma,
Y por favor,
no te enamores de mí.

No camines, vagabundo, por mis calles.
No me busques entre almohadas.
No recorras con tus besos este cuerpo
Y resiste con ira, la mirada, la sonrisa, las caricias.
No recites mi deseo cuando me haces el amor.
Ódiame por ser lo único en el mundo que te habita,
Que te entibia,
Que te hace divagar,
Por mis venas,
Por mis lágrimas,
Por tenerte una noche más.

No me dediques tu mundo.
No te deshagas en miel.
No te comas mis abrazos,
no te derritas en mi piel.

No te consueles en mi mente,
Por favor,
No te vayas a enamorar.
No sientas todo esto,
Que aquí estoy yo,
Así,
Sin ti,
Viviéndote un día más.